Algunos políticos revivieron una caricatura de un reconocido artista caviar que retrata a Jesús siendo apodado “caviar”; por la gente, enviando el mensaje que en nuestro país hasta Jesús sería tildado de caviar por los peruanos. Vale la pena tomarnos unos minutos para responder esta blasfemia que busca lavar la cara a un grupo de personas que el Perú, hoy por hoy, identifica muy bien.

Los caviares han tergiversado la verdad por años y han impuesto su narrativa por sobre el resto. Estos señores no son ni por asomo cercanos a las enseñanzas de Jesús, sino que son los fariseos contemporáneos. Mateo 23 deja muy claro las características de los fariseos: son incoherentes entre lo que dicen y hacen, juzgan desde el pedestal moral a otros, les gusta la gollería y el reconocimiento público, se aprovechan del trabajo de otros y mantienen condiciones de injusticia y robo ¿Qué mejor descripción de quienes se organizaron en una secta y desde su doble moral buscan imponer su agenda a todos los peruanos a costa del trabajo de otros?

Vemos cómo los fariseos de nuestros días se desviven por defender a sus amigos en instituciones que coparon, esto con la finalidad de tener poder político y que no nació del voto popular. También, los vemos escandalizarse por la eliminación del lenguaje “inclusivo”; pero no los vimos indignados con la pésima educación pública o hasta con maestros denunciados por terrorismo y violación en el magisterio. Los caviares tienen su propia agenda y por años engañaron al país con su famosa “tecnocracia”, “ética” y “dignidad”, pero hoy el Perú abrió los ojos. Los peruanos de bien, que trabajan para que ellos puedan vivir con sus consultorías y demás gollerías, se cansaron de mantener a fariseos. Por fin se les está acabando la manadera estatal y han perdido el poder que tenían. Toca no bajar la guardia y seguir enfrentándolos sin miedo, para acabar de una vez con esa casta caviar inservible y doble moral.

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