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Después del 26 de mayo de 1880, con la derrota de los aliados, Bolognesi quedó aislado en Arica con un pequeño ejército, esperando que llegue de Arequipa el coronel Leiva.

Antes del 7 de junio, el coronel Bolognesi le escribe a su hijo: “… aquí estoy bien de salud, esperando sólo que venga el enemigo para recibirlo, sin que me importe su número”.

La frase “apure Leiva”, que fue repetida en los telegramas de Bolognesi, después de la tragedia se convirtió en sinónimo de traición y cobardía en todo el Perú.

Pero quizá la carta más importante la dirigió a su esposa; acá un fragmento:

“… Dios va a decidir este drama en que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder tienen la misma responsabilidad…”.

Se refiere a Mariano Ignacio Prado, presidente del Perú que salió del país a comprar barcos de guerra, dejando acéfalo el poder, que fue asaltado por Nicolás de Piérola, otro traidor que por razones políticas no le envió armas a Montero antes de la Batalla del Alto de la Alianza.

La parte final de la carta pinta de cuerpo entero a este bravo militar: “… nunca reclames nada para que no crean que mi deber tuvo precio…”.

Si tuviera que comparar a Bolognesi con algún guerrero de la historia, solamente podría hacerlo con el gran Leónidas.

El 4 de noviembre del presente año se conmemorará el bicentenario del nacimiento del coronel Francisco Bolognesi Cervantes.