Estupor y completo rechazo generó en la comunidad internacional que Raif Badawi, ciudadano de Arabia Saudita, que se valiera de su blog para motivar principalmente en los jóvenes de su país el debate sobre democracia y derechos humanos, fuera sometido por la justicia a comienzos de este año a la pena de 1000 latigazos. La censura internacional pesó tanto que luego de los cincuenta primeros latigazos que le fueron impuestos y quedar mal herido, fue suspendida la retrógrada medida por prescripción médica. La admiración del mundo por su valentía se ha visto reflejada en un reciente reconocimiento que le ha concedido el Parlamento Europeo ungiéndolo con el premio Sajarov. El régimen monárquico y absolutista de Arabia Saudí, que impera desde que fuera fundado el reino en 1932, ahora presidido por el longevo rey Salmán de 79 años, es el estado árabe sunita más conservador e intolerante que existe en pleno siglo XXI. Riad es el mayor aliado árabe estratégico de los Estados Unidos en el Medio Oriente y esa alianza que aparece pétrea, ya lleva muchos años. Para algunos una razón de fondo podría ser el hecho de que es el mayor productor de petróleo en el mundo y Washington, que aprecia en sumo grado el enorme valor del oro negro, siempre ha cuidado sus vinculaciones con la nación árabe, clave en el ajedrez geopolítico en esa región tan conflictual. La pregunta que salta a la vista sería: ¿Cómo es posible que la nación más poderosa de la Tierra no haya decidido censurar actos sistemáticos de violación de derechos humanos en el estado árabe aliado como el de Badawi? Sería bueno conocer el parecer del presidente Barack Obama.

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