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Dicen que los cangrejos peruanos después de ser atrapados se pueden dejar dentro de una cesta y que nunca se escaparán. Ni bien un cangrejo comienza a subir por la pared de la cesta para conseguir su libertad, el cangrejo que está más abajo lo agarra de las patas y hace que caiga. Siempre he pensado que esta metáfora es parcialmente cierta para los peruanos en general, pero en los últimos días hemos tenido comprobaciones de dimensiones épicas. Todavía no resulta clara la razón por la cual Fuerza Popular decidió interpelar al ministro Saavedra. El argumento que repite es la corrupción en el ministerio; sin embargo, pareciera que la Ley Universitaria sería la motivación mayor de esta bancada y la aprista, además, por supuesto, de una clara demostración de fuerza, como se lee claramente en el chat de los líderes de Fuerza Popular, dado a conocer por este diario en días pasados. La reacción del Gobierno no se hizo esperar. Está evaluando plantear una cuestión de confianza que podría en riesgo a todo el actual gabinete. Adicionalmente, este conflicto parece estar saliendo fuera del ámbito político, alimentando una polarización del país que resulta poco constructiva.

Lo increíble de todo esto es que TODOS perdemos. Es previsible que la aprobación del Congreso y específicamente de Fuerza Popular se vea seriamente afectada, ya que este comportamiento perjudica directamente a Keiko Fujimori. De continuar con actitudes similares, las posibilidades de que llegue a la Presidencia del Perú serán cada vez menores. La salida de Saavedra implicará un retroceso para el Ejecutivo, en un sector que debería ser el pilar de nuestro desarrollo. Si se plantea una cuestión de confianza podríamos perder incluso el magnífico gabinete que tenemos actualmente, además de los avances logrados en estos primeros meses de gobierno. Lo más lamentable es que con todo esto quien más pierde es el ciudadano que confió su voto con la esperanza de hacer del Perú un mejor país. Debería quedar claro para los políticos que ellos han sido elegidos para servir y no para usar sus investiduras en demostraciones de poder. Estas luchas innecesarias no benefician a nadie, ni siquiera a ellos mismos, y terminarán por destruir su relevancia política a largo plazo, como ya ha sucedido con otros partidos políticos. En el camino, no permitirán que el país avance y dañarán la credibilidad y la confianza de los ciudadanos en la democracia.

Sé que es ingenuo, pero realmente espero que el sentido común haga que este conflicto se resuelva sin mayores pérdidas. Esperemos que quien gane sea el país y que podamos dejar atrás el síndrome del cangrejo peruano. Es lo que los ciudadanos esperamos de nuestras autoridades, aunque cabe recordar que el sentido común es el menos común de los sentidos.

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