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Hace una semana, la decisión de diez congresistas de Fuerza Popular fue determinante para rechazar el pedido de vacancia del presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski. Este grupo, encabezado por Kenji Fujimori, salvó al jefe de Estado y protagonizó uno de los más grandes hechos políticos del 2017.

Entre los parlamentarios que se alinearon junto al hijo menor del expresidente Alberto Fujimori estuvieron tres representantes del centro del país. Ellos fueron Sonia Echevarría, de Junín; Clayton Galván, de Pasco; y Guillermo Bocángel, de Pasco.

Estos legisladores siempre estuvieron más cerca de Alberto Fujimori que de Keiko. Por ejemplo, la congresista tarmeña hizo campaña regalando almanaques con la foto del expresidente, y gracias a ello ganó gran respaldo en la selva central. En tanto, Galván es un fujimorista desde los años noventa. Lo de Bocángel es más categórico: después de Kenji Fujimori, es el parlamentario que más visitó en prisión al líder histórico del fujimorismo.

Han sido consecuentes con su electorado, que en gran medida es albertista. Incluso, en regiones como Junín se formaron movimientos políticos críticos de Fuerza Popular (FP), pero defensores de la libertad de Alberto Fujimori. Nos referimos a Fuerza Unida Junín Integrada Sierra y Selva (FUJISS), que es liderada por un excoordinador de FP que visita con frecuencia al expresidente en la Dinoes y ha recibido el respaldo de este.

“Yo voto por la China para que salga libre su padre”, escuché muchas veces en boca de pobladores de Satipo, Chanchamayo, Oxapampa, Paucartambo, etc. Con la libertad de Alberto Fujimori, este argumento quedará de lado. El fujimorismo tiene a su líder libre y ahora la tendrá difícil para volver a pelear unas elecciones.