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A una semana de la entrega de los premios Óscar continúan los acostumbrados comentarios sobre los ganadores en las diversas categorías, que convierten hasta al más sencillo de los mortales en crítico de cine. Esto es previsible. Es común presumir que somos expertos en dirección, guion, fotografía, diseño artístico y producción de una película cada vez que se estrena una, y mucho más luego de la ceremonia de premios más mediática en la industria del entretenimiento. Eso ya no sorprende. Que hablen y opinen hasta los que no van al cine es “parte del juego”, nada se puede hacer. Lo que sí alcanza ribetes delirantes es leer en las redes sociales los “sesudos comentarios” convertidos en tendencia relacionados con el Óscar a la mejor película extranjera que ganó Chile gracias a Una mujer fantástica del director Sebastián Lelio. Como nos encanta compararnos con los vecinos cuando por aquí la cosa no funciona, empezaron los muy elementales analistas a nombrar por qué nosotros nunca y ellos sí. Y la primera culpable de todo el descalabro de nuestro cine nacional resultó ser la película La paisana Jacinta. Así como lo leen... “Claro, ellos tienen una buena película y nosotros a Jacinta y Guasaberto”, concluían muchísimos opinólogos indignados porque el Perú debería haber estado representado en el Teatro Dolby de Los Ángeles. Aún hay más. También “culpable de la debacle” resultó ser la productora Tondero. “Sí pues, aquí Asu Mare y Locos de Amor, con esas películas no iremos al Óscar nunca”, decía un comentario que resume tantos otros y que demuestra que muchos de los que creen saber no entienden nada. Esos que se quejan de películas producidas para el divertimento que no han pedido un sol a nadie para su producción son los mismos que le hacen ascos a cintas de autor como Rosa Chumbe, La última tarde o NN Sin Identidad, filmes de gran nivel que bien nos podrían haber traído un Óscar. La industria del cine en el Perú no se debe resumir en “yo hago cine del bueno y tú del malo”, prejuzgando solo por el interés comercial, que es absolutamente válido. Lo que hay que hacer es luchar por una ley de cine que promueva ese cine que propone otras miradas y que no necesariamente generará gran taquilla, pero sí elevará el nivel de la industria. Y por si acaso la película chilena Una mujer fantástica tuvo que apelar a financiamiento español y alemán para su realización y no fue un éxito de taquilla en su país de origen. Nuestros vecinos también están en la misma lucha de desarrollar su cine como nosotros. Y eso a todos nos compete.