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Aunque el diario El Comercio apareció en Lima con su primera edición 18 años después de la proclamación de la independencia del Perú -fue un 4 de mayo, como ayer, de 1839-, su enorme gravitación en la vida nacional lo ha convertido a la calidad de institución viviente -a lo largo de sus 180 años de existencia periodística-, protagonista de la agenda histórica del país y por ello, con ganada autoridad para ser copartícipe de otra tan emblemática como la de su efeméride y para la que todos los peruanos nos venimos preparando hacia el 2021: el Bicentenario de la República. 

El Comercio ha estado con la noticia desde su fundación, informando u opinando sobre los momentos trascendentales nacionales e internacionales. Cuando mi destino profesional me llevó a la Sociedad Peruana de Derecho Internacional (SPDI) en los años 90, pude estar cerca de El Decano, como también se le llama a este diario por ser el medio escrito más longevo y con vigencia ininterrumpida en el Perú. Lo voy a contar. 

Don Aurelio Miró Quesada Sosa había sido ungido con la altísima membresía de miembro emérito de la SPDI, como hoy la tiene el exsecretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, y su espléndida y fecunda amistad con el embajador Gonzalo Fernández Puyó, entonces presidente de la centenaria SPDI (1991-2010), los llevó a frecuentarse cada vez que podían en el Centro de Lima. 

Mi maestro, algunas veces lo hacía a don Aurelio, nada más que cruzando el jirón Lampa, donde se encontraba pernoctando la SPDI en la antigua Casa Grace -ha tenido varias sedes dentro de Torre Tagle o en los alrededores de la Cancillería-, siempre gracias al inestimable y valiosísimo apoyo del ministerio de Relaciones Exteriores. 

Las veces que lo hacía me pedía que lo acompañara. Era el maestro que enseñaba y compartía. Toda una fascinación para un joven sanmarquino hallarme acompañándolo en el despacho del director general, cargo que compartía con don Alejandro Miró Quesada Garland, y en cuyos intramuros, valga la pertinencia de este aniversario, conocí a la amabilísima Lucero Miró Quesada, también con legado viviente en El Comercio. Historia por toneladas y, por eso, larga vida para una institución fundamental de nuestra democracia.

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