La barbarie en las ciudades de Chile no presagia un escenario de tranquilidad para el plebiscito del próximo domingo 25 de octubre en Chile, en que sus ciudadanos votarán por mantener o cambiar a la Constitución Política de 1980, dada por el régimen dictatorial de Augusto Pinochet Ugarte.

No es un secreto que otra vez la acción exógena, fundamentalmente del denominado Foro de Sao Paulo, que agrupa sectores de la izquierda latinoamericana, está detrás del resultado. Tampoco es la primera vez que tiene una participación siniestra en un país que jamás creímos iba a afrontar una inestabilidad política de impacto.

Está claro que Chile sigue siendo un país completamente dividido. La “herencia” de la dictadura no ha podido ser arrancada. Ninguno de los gobiernos del denominado socialismo moderado que se inició con Patricio Aylwin y siguió con Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachellet, se esforzó por la unidad nacional que Chile requería luego de que fuera defenestrado del poder el presidente constitucional Salvador Allende en 1973.

Está claro que los chilenos, de izquierda, y a estas alturas del partido, también los sectores de la centroderecha, quieren otra Carta Magna para el país. ¿Requieren del vandalismo que vemos en los últimos días para consumar el rechazo de la Constitución pinochetista?.

Es evidente que la trama es mucho mayor y seguramente, el paso que seguirá a la formación de una asamblea o congreso constituyente, será buscar la salida del presidente Piñera antes de que culmine su mandato.

El Foro de Sao Paulo, también está en ese objetivo, en la idea de que pudiera producir un efecto dominó en la subregión en países como Perú y Ecuador, en los que habrá elecciones en el transcurso de 2021. Chile es un país importante y ha demostrado su desarrollo más que cualquier otro país de Sudamérica. Ayer fueron los únicos privilegiados de EE.UU. y hoy comparten esa calidad en la política internacional junto a Colombia.

Es muy penosa la barbarie que estamos viendo, solo comparable a las persecuciones religiosas contra los herejes en la Edad Media. También lo será, un cambio que tire al tacho el modelo que los empoderó económicamente.