GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

El mundo entero quedó conmocionado cuando corrió como pólvora la noticia de que el 35° presidente de los EE.UU. de América, John F. Kennedy (JFK), había sido asesinado un 22 de noviembre de 1963, como hoy, en la ciudad de Dallas (Texas). La revolución cubana tenía más de 4 años de haber triunfado luego de la irrupción de Fidel Castro, que en el amanecer del primer día de 1959 asaltó La Habana e hizo su ingreso oficial en la isla con Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos. Castro, que hizo un viaje a Washington al año de la Revolución, generando la idea de que había terminado burlándose de los propios estadounidenses en su propio territorio, promovió que durante las elecciones siguientes los republicanos sufrieran un duro revés, siendo el entonces vicepresidente Richard Nixon derrotado por el carismático y joven senador demócrata por Massachusetts John F. Kennedy.

El gobierno de Kennedy para neutralizar rápidamente a Cuba consiguió, en el marco de la OEA, su suspensión del mayor foro continental; sin embargo, la crisis de los misiles de octubre de 1962 puso a prueba al joven presidente católico. Estando Washington y Moscú al borde de la Tercera Guerra Mundial, ambas naciones habían medido el grado de influencia y poder que mantenían en plena Guerra Fría. Al final todo se resolvió con una salida negociada, es decir, EE.UU. no interfirió en Cuba y la Unión Soviética retiró sus misiles. Lo anterior fortaleció al líder moscovita, Nikita Kruschev, lo que marcó el afianzamiento de su vinculación con la Cuba castrista. El líder guerrillero había encontrado la alianza que necesitaba para que actúe como soporte frente al gigante norteamericano. Para algunos, esa razón sería el detonante de la desgracia de Kennedy. A su muerte, su sucesor, Lyndon Johnson, su vicepresidente, destacó por agudizar las sanciones económicas contra Cuba, que más bien fortaleció su vinculación bilateral con la Unión Soviética. Lyndon gobernó hasta 1968 en que fue elegido, finalmente, Nixon, quien mostró una posición dura respecto a La Habana, y cuyo final sería su renuncia en 1974 por el escándalo del caso Watergate. JFK se convirtió en figura emblemática y leyenda para los estadounidenses.

TAGS RELACIONADOS