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Conocí de cerca el accionar del hoy exgobernador de Áncash César Álvarez cuando yo era director de este periódico en el norte del país y desde la edición de Correo Chimbote había que lidiar, junto con el valioso equipo periodístico de la Redacción del diario en dicho puerto, con este personaje, que entre los años 2011 y 2013 era prácticamente un rey intocable al que le sobraban aduladores y protectores, entre ellos jueces, fiscales, políticos, policías y periodistas locales.

Eran los tiempos de la impunidad total, cuando en el Congreso tenía como defensor a Heriberto Benítez y gracias al dinero de la minería se hacían millonarias obras que, como vemos ahora, estaban manchadas de actos de corrupción que le vienen pasando factura. Cómo habrá sido Álvarez de poderoso que ninguna autoridad se atrevió a señalarlo cuando en el 2010 el opositor consejero regional Ezequiel Nolasco sufrió un atentado contra su vida.

Durante el reinado del corrupto Álvarez en Áncash, y en especial en el puerto de Chimbote, este atacaba con sus matones a periodistas críticos y a otros les ponía querellas en un distrito judicial plagado de amigos. Hoy este nefasto personaje está preso en un frío penal de la región Pasco no de manera preventiva, sino por tres sentencias que son una clara muestra de cómo acaban esos sinvergüenzas que creen que el poder turbio y la impunidad son para siempre.

La primera condena que le han puesto es de ocho años y tres meses de cárcel por el delito de colusión agravada en el caso de la carretera Chacas-San Luis. Se ha establecido que Odebrecht le pagó $2.4 millones por la buena pro. De igual forma, tiene dos años de prisión por malversación de fondos en obras en el puerto ancashino. El martes último se ganó su tercera sentencia de cuatro años por colusión simple en el postergado proyecto Chinecas.

Los corruptos en funciones y los que aspiran a serlo desde la administración pública deberían analizar muy bien el ascenso desde la nada y luego la brutal caída de Álvarez, quien personifica muy bien a ese grupo de autoridades corruptas que salieron a la luz a mediados de esta década luego de haber sido casi intocables gracias a cómplices, hoy en la trastienda, que ojalá algún día sean señalados por la justicia y la opinión pública.