Hace unos años, en la zona de los puertos de Nueva York, vi un cartel que decía más o menos algo como "Si no te gustan los matrimonios gays, pues no te cases con un gay". Y santas pascuas. No estaba ni en la 7ma, ni en Uptown, ni en Broadway, o brillando junto a los neones de Times Square. Era un cartel solitario en una azotea. No recuerdo, pero supongo que ni luces para verlo de noche tenía; parado allí, en la zona cercana a donde venden comida, ni siquiera con vista a la Estatua de la Libertad, que habría tenido su grado de ironía. La land of the free, como dice su himno.
Aquí nuestro Himno Nacional no se queda atrás con eso de somos libres, seámoslo siempre. Y allí se nos acabaron las comparaciones. Resulta que por segunda semana consecutiva, la iniciativa del proyecto de ley de unión civil entre personas de un mismo sexo, fue mandado al archivo por los congresistas de la Comisión de Justicia. Ni siquiera tuvo la chance de asomarse al Pleno del Parlamento, donde habrían sido 140 los padres de la Patria los que habrían podido dar sus puntos de vista sobre con quién tengo o no derecho a unirme y formar una sociedad de gananciales, un patrimonio común.
De verdad no entiendo por qué ese afán de hacer que las realidades y las necesidades de otros se ajusten a las tuyas. Y rematando las cosas, el odio. Con la facilidad de las redes sociales, cualquiera con acceso a un teclado puede insultar y ofender a los que no piensan como ellos. Desde el anonimato, a escondidas; flaco favor le hacen a su causa si a su discurso de intolerancia le agregan el ataque bajuno, hiriente. Las personas para quienes está pensada la unión civil en muchos casos han tenido que vivir soportando la segregación de sus semejantes por ser diferentes a la mayoría.
"Stay wierd, stay diferent" (mantente extraño, mantente diferente), decía Graham Moore en su discurso de aceptación del Oscar hace unas semanas, justamente ilustrando que se debe seguir creyendo y actuando como lo que eres, sin esconderse. Pero claro, aquí los insultamos, en el baño del colegio, en los programas cómicos, en la cola del pan; y ahora se agrega en las redes sociales. Gente tan corta de ideas que asume que por defender un puñado de derechos civiles, te acusa de que "eres como ellos", siendo efectivamente una acusación, de que estás haciendo algo malo así que mereces que te señalen con el dedo.
En 17 por ciento disminuyen los grupos de odio según la revista Times, en los Estados Unidos, que serán todo lo que quieran y más, pero en asuntos de libertades y derechos civiles, nos llevan una ventaja amplia todavía. Lo de ayer en el Congreso nos pone en claro que seguimos en pañales. Aquí lo que nos sobran son grupos de odio. Te detesto porque eres diferente a mí, y eso es una amenaza a mi estilo de vida.
Aunque esta vez el papel nuevamente de las redes sociales sirvió también, ya no para el insulto, si no para la información. Quedó registrado quiénes votaron a favor y quiénes no, para que te quede claro a quiénes quieres mandar a que te representen haciendo leyes por cinco años.
Siete a cuatro fue el resultado en la Comisión de Justicia. El Perú perdió otra vez por goleada.