Es completamente comprensible espectar la ira del presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, durante su reciente intervención virtual en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el único órgano del mayor foro político del planeta, con capacidad para tomar decisiones de naturaleza coactiva, es decir, del uso de la fuerza, luego de comprobar las varias centenas de muertos por la acción genocida del régimen de Vladimir Putin -en una próxima columna me abocaré a la exacta dimensión jurídica de su responsabilidad penal internacional-, que conmociona al mundo.

El mandatario ucraniano pide a gritos una reforma profunda del Consejo de Seguridad porque cree que no sirve para nada mirando la desgraciada realidad en su país por la invasión rusa y muchos se han colgado de su temperamento para decir sin ningún fundamento de que el derecho de veto, que es una prerrogativa solamente atribuible a los cinco Estados miembros permanentes del CS, esto es, China, EE.UU., Francia, Reino Unido y Rusia, para oponerse a una medida que quisiera adoptarse en el Consejo y que por solamente por hacerlo, quedará trunca la adopción de la medida.

En verdad que el derecho de veto debemos mirarlo con ojos de la seguridad internacional y sobre todo enfocados en que la existencia de la vida humana no quede en una situación de riesgo o vulnerabilidad. Así, el derecho del veto es la llave maestra para impedir que los seres humanos nos acabemos unos a otros sin rastro en el mundo en que vivimos. Puede parecer poco efectivo que uno de los cinco Estados con solo vetar una medida ésta quede completamente frustrada pero no es así. Si fuera lo contrario, es decir, que las más importantes decisiones sobre el destino de la humanidad fueran determinadas por mayoría -solamente EE.UU., el RU y Francia conseguirían todo lo que se propusieran-, hace rato que hubiéramos terminado en la sociedad de la barbarie.

En realidad, el veto de uno de los 5 miembros permanentes neutraliza o impide medidas arbitrarias o abusivas que quisieran imponer a su antojo los que tienen más poder por la coincidencia de sus intereses en mayoría. En cuanto a la idea cundida de suspender a Rusia del CS, precisamente por el veto de la propia Federación, se trata de una pretensión ilusa. La composición del CS no es jurídica sino por poder mundial.