Casos diferentes como Brasil, Venezuela, Uruguay, Chile, Perú y España evidencian lo mismo: izquierdas en declive. “Podemos” cae en las encuestas por contribuir parcialmente al caos venezolano. Recuerden su asesoramiento al chavismo y los gruesos pagos que determinaron la renuncia de Monedero, cofundador del movimiento que esperaba convertir a Pablo Iglesias en sucesor del Presidente Rajoy. La ortodoxia económica del PP rescata a España mientras el radicalismo de Tsipras hunde a Grecia.

El Brasil de Lula y el PT utilizaba al chavismo como financista y ariete de un proyecto autárquico sudamericano en ruinas. El escándalo de Petrobras se complicará por el pedido de investigar al Banco Nacional de Desarrollo, padrino frecuente de las grandes constructoras. Dilma tiene 8% de apoyo y 70% de rechazo. El 63% pide que el Congreso la impugne para terminar su mandato. No hay crecimiento y la inflación roza el 10%. Los aliados la abandonan, el pesimismo cunde, el sistema judicial trabaja.

El Uruguay izquierdista vive asfixiado por su dependencia de Brasil y Argentina. La inoperancia del MERCOSUR se agudiza con Venezuela y Bolivia. Entre tanto, la economía de Ecuador se estrangula y el vitalicio Correa enfrenta una renovada oposición.

A pesar de entroncamientos militares y convergencias populistas, Humala no siguió a Chávez ni adhirió al proyecto de Lula. Con desconfianza hacia el empresariado, su gobierno respeta el modelo macroeconómico, los TLC y la Alianza del Pacífico. Aunque menos, el Perú crece. Eso comprime a la izquierda en las elecciones de 2016.

Bachelet enfrenta los costos de una crisis autoinfligida. Espantado por una corrupción desconocida, Chile insiste en el camino fatal de las promesas excesivas. Educación gratuita y servicios de primer mundo con desincentivos para invertir, mayor tributación, pro sindicalismo, desmontaje de un sistema político estabilizador, cambio de Constitución, etc. ¿Habrá liderazgo presidencial para rectificar el rumbo?

Con presos políticos, candidatos opositores vetados, sistema electrónico ad hoc y observación electoral prohibida, Venezuela elegirá un nuevo parlamento. Con un chavismo caído en las encuestas, Maduro ya anunció que encabezaría la lucha contra un triunfo de “la derecha”. Si la derrota fuera inminente, anexaría territorio de la indefensa Guyana. Un conflicto unificador para postergar la parodia electoral.