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Luis Alva Castro siempre hizo su vida política a la sombra de Alan García. Ambos fueron discípulos de Víctor Raúl Haya de la Torre, ambos crecieron con la consigna de ser el nuevo rostro del aprismo ante el relevo del fundador del APRA. Pero el liberteño siempre estuvo al costado, un paso detrás, aunque cerca, muy cerca.

En el primer gobierno de Alan García, Luis Alva Castro fue su premier. También ministro de Economía. Los resultados fueron prácticamente catastróficos, a juzgar por cómo terminó ese gobierno, pero el liberteño fue candidato a la presidencia en 1990, fue quien tomó la posta. Como se recuerda, quedó en tercer lugar (con 22.5%) en esa campaña en que -los más viejos lo recuerdan bien- a García le entusiasmó más el apoyo a Fujimori, finalmente ganador.

En el segundo gobierno de García, Alva Castro fue presidente del Congreso y ministro del Interior.

Conforme a lo hasta ahora conocido, Jorge Barata ha declarado ayer en Curitiba que en la campaña que llevó al APRA nuevamente a Palacio de Gobierno, Alva Castro le pidió un aporte al presentarse como intermediario de Alan García. El nombre del liberteño aparece en el registro de aportes de campaña del 2006, justamente, como el mayor aportante.

Pero ayer también vimos a los congresistas Jorge del Castillo y Mauricio Mulder proclamar la inocencia de Alan García y señalar que Alva Castro se defenderá solo, pues la plata nunca entró al partido ni se registró como aporte. Eso, pese a que el mismo Barata ha dicho que parte del dinero se la entregó en el mismo local del partido aprista.

Y en Trujillo, donde Luis Alva Castro fue durante años un aprista muy poderoso, altivo, vaca sagrada de la estrella en el norte, la consigna es la misma: él deberá responder de manera personal, que explique y se defienda por su lado.

Su destino, finalmente, le está deparando un desenlace muy distinto al de su compañero García.