“Prosor” (especialista en trabalenguas). Vladimir Cerrón (la mano que mece la cuna). Pacheco (el que le aguantaba más de un queco a Karelim López). Sarratea (el pasaje de la casa Yompián: donde ganan los que van). “Pueblo” (si no repite 200 veces esta palabra deja de ser Pedro Castillo). Palacio (lugar en el que las paredes tienen oídos y un baño que expulsó 20 mil dólares contantes y sonantes). Sombrero (adminículo electorero)…

Asamblea Constituyente (el sueño dorado de los pukas y bermejos). Gabinete (una fábrica de ministros, 50 en 8 meses según Correo, muchos con falla de origen –fanáticos de Abimael Guzmán, inclusive–).  Maduro (nada de dictador, chavista o comunista porque, alega el lápiz, “no voy a juzgar a un país vecino ni inmiscuirme en sus asuntos internos”). Gorro (camuflaje para saliditas ilegales nocturnas y encuentros con lobistas y empresarios que ganan millonarias licitaciones)…

Viajes al exterior (garantía de papelones, por decir lo menos). “Hermano Santiago” (los chilenos siguen buscando quién es ese señor que mencionó Castillo: “Me ha gustado tremendamente esta transmisión, esta transferencia del hermano Santiago con Boric”). Mar (bien nacional que se puede regalar a la Bolivia de Evo Morales, aunque Miguel Grau haya dado la vida para defenderlo). Gobierno (instancia de poder a la que se llega para recién aprender a ser mandatario)...

Prensa (“es un chiste” en su precario entendimiento del llamado cuarto poder y del respeto a las libertades en democracia; le molestan los ampayes). Periodistas (un estorbo en su movedizo camino hacia el desbarranque). Vacancia (una pregunta que se contesta con una repregunta: “¿Está loco, señor?, ¿voy a renunciar a sacar a esta gente?, ¿quiere que se mueran?”). La verdad, qué estaremos pagando.