En los últimos días, el presidente Pedro Castillo ha salido a decir, desafiante, que se quedará en el poder hasta el 28 de julio de 2026, pues para eso fue elegido. Tiene razón, fue ungido como jefe de Estado por el voto popular por un periodo de cinco años, al amparo de la Constitución. Sin embargo, junto con la cabeza del Poder Ejecutivo, el ciudadano colocó un Congreso que de acuerdo a esa misma Carta Magna, cuenta con mecanismos absolutamente legales para echarlo del poder.
En el año 2000 el Congreso vacó por incapacidad moral a Alberto Fujimori, y nadie habló de “golpe de Estado”. Veinte años después, el Legislativo mandó a su casa a Martín Vizcarra por la misma causal. A este último le faltaban algunos meses para terminar el mandato establecido por la Constitución, pero igual se tuvo que ir. Es verdad que a un mandatario se elige por cinco años, pero puede salir antes sin que eso implique patear la legalidad.
Por eso, el presidente Castillo hace mal en afirmar que estará en el poder hasta el mediodía del 28 de julio de 2026. ¿Qué pasa si en Congreso lo vaca? ¿Se va atrincherar en Palacio de Gobierno rodeado de sus ministros, de sus sobrinos, de sus ayayeros, de reservistas y prefectos? Si eso ocurre, se pondrá del otro lado de la ley y nadie estará obligado a obedecerlo, ni siquiera a la Policía Nacional que hoy está siendo pisoteada y humillada por este régimen inepto y corrupto.
Si el Congreso lo echa de acuerdo al mecanismo fijado en la Constitución, ni los gritos ni insultos de Aníbal Torres, los llantos de Alejandro Salas, ni la llegada de OEA lo podrán salvar. Tampoco su discurso de que “no me quieren porque soy humilde y vengo de la sierra”. Tendrá que alejarse del poder para que de inmediato el Ministerio Público tome acciones, quizá solicitando la prisión preventiva del defenestrado profesor Castillo
En vista que el presidente Castillo jamás ha leído la Constitución, sus abogados y asesores deberían decirle que sus palabras son una gran mentira, y que si se mantiene en el poder hasta ahora es por la existencia de esos personajes conocidos con el alias de “Los niños”, que son los que impiden que existan los votos necesarios para que el Congreso, en estricto cumplimiento de la Carta Magna, lo mande a su casa como a Fujimori y Vizcarra.