Casi en su totalidad, diferentes medios de comunicación social excepto el canal del Estado le han dedicado espacios completos a la realidad de la reconstrucción en Pisco, Ica y lugares más afectados por el sismo del pasado 15 de agosto del 2007?allí definitivamente resalta una verdad ineludible e innegable luego de un año de aquella fatídica noche?poco o nada se ha hecho al respecto, poco o nada se ha hecho ante una realidad que no lo dicen las palabras sino lo demuestran las imágenes que reflejan una verdad incólume ante todo lo que pueda significar manejo político o preparación previa con fines de oposición política.
Hubieron cacerolazos y movilizaciones en reclamo abierto a la pasividad, lentitud y parsimonia del gobierno en respuesta a la situación aún calamitosa de lugares como pisco, Chincha e Ica?congregados por decenas en su Plaza de Armas, los pisqueños desportillaron a golpes cientos de ollas de aluminio, en protesta por la lentitud del Ejecutivo, y además demostraron que una protesta pacífica es igual de efectiva que cualquier otra manifestación.
Y es que, cuando cunde la indignación y el desengaño en la gente no hay promesa que valga; cuando una cacareada reconstrucción no colma las expectativas de una ciudadanía dolida por el desastre es cuando no hace efecto ningún maquillaje estatal o aparato propagandístico alguno. Cuando el llanto de la gente no cesa por la impotencia de haber hecho muy poco o nada ante el panorama posterior al terremoto y luego de 365 días, entonces, va creciendo en las masas un efecto llamado indignación social, va creciendo en las masas lo que algunos pretendieron y pretenden ocultar, la indignación popular.
Y así, al recordar un año de tan catastrófico movimiento telúrico quizá los únicos que permanecieron mudos durante esta movilización fueron los 25 agentes de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales de la Policía (Diroes) que se pusieron delante del terreno baldío en el que estaba ubicada la iglesia de San Clemente. Fueron ellos quienes sirvieron de inesperada escolta a un grupo de deudos que realizó una vigilia en honor a sus parientes muertos en la catástrofe ocurrida hace más de un año.
Un año es un año, un año no debe pasar sin resultados, más cuando de por medio ha habido muertos por centenares y la huella y cicatrices son realmente asombrosas. Al enfrentarse el gobierno con estas manifestaciones de rechazo y reclamo ante la multitud, la reacción no debería ser jamás contestaria y soberbia como lo ha sido lamentablemente; debe ser de enorme comprensión, autocrítica y reacción aún ante lo que queda por hacer que definitivamente es MUCHO?el gobierno no debe sonreír solo ante los aplausos, sino, responder al cuestionamiento y reclamo como obligación moral de gobernabilidad.

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