La compleja situación política y judicial que vive la presidenta Dina Boluarte debería servir de lección para que las autoridades con responsabilidad en el manejo del Estado sepan con quién se juntan y vean la necesidad de mantener alejados de su entorno a esos personajes dudosos por más que ostenten cargos públicos, pues deberían saber que en el país hasta delincuentes con prontuario pueden ser candidatos y acabar en el poder.
El “wayki” Wilfredo Oscorima, gobernador de Ayacucho, es un personaje sospechoso desde mucho antes de dar su “salto” a la “política nacional” con el escándalo de los Rolex que “prestó” a la mandataria. ¿Nadie alertó a la señora que el caballero tenía tremendos antecedentes y que ha sido señalado en un proceso aún no cerrado de recibir una coima en efectivo en su casa de Lima?
La presidenta Boluarte como ciudadana puede tener las amistades que crea conveniente, pero esa libertad queda restringida a una persona que ocupa un cargo público no solo por un asunto de imagen, sino también porque este tipo de “proximidades” generan crisis e inestabilidad al gobierno, al país y a todos los peruanos que ya tenemos bastantes problemas como para sumar otros generados en Palacio de Gobierno.
Un poco más responsabilidad y selectividad no vendría mal a quienes tienen la obligación de velar por el bien de un país que con sus amistades, podrían meter en un serio problema.