Las empresas que adopten el trabajo remoto pronto serán las más atractivas para contratar a los mejores trabajadores. Las empresas de labores presenciales no podrán competir con las empresas remotas primero en términos de eficiencia, tanto económica como operativa, por menor captación de talento (para la presencia física los empleados deben vivir en un radio cercano a la oficina, excluyendo al 99% del talento mundial); y menor rentabilidad, por los costos y calidad de la vida en la ciudad y costos de la compra o alquiler de los edificios.
Los trabajadores que tienen más flexibilidad para decidir su horario de trabajo, capaces de operar en los horarios y lugares en los que son más productivos, se permiten tener un futuro laboral más prometedor. Con ello se acaba el requisito de pedirle permiso a sus jefes para ir a una cita, dejar y recoger a su hijo del trabajo todos los días, disponer de tiempo de familia.
Estar esposado a una oficina y vivir en una ciudad con un alto costo y baja calidad de vida es un vestigio de la revolución industrial. En la oficina es difícil concentrarse, aislarse, encontrar el momento óptimo para crear y hacer un trabajo profundo.
Paulatinamente los trabajadores más calificados irán demandando trabajar a distancia y las empresas que deseen contratarlos tendrán que organizarse para funcionar en ese modo. Eso irá de la mano con mayor escasez de mano de obra para trabajos en el exterior, con el consecuente aumento de su remuneración.
La orientación vocacional de los escolares debería tener presente estas tendencias que definirán las condiciones del empleo.