Hoy se verán los dos mandatarios. Pedro Pablo Kuczynski, presidente del Perú y el anfitrión, Donald Trump, presidente de los EE.UU. El nuestro le lleva tan solo 6 meses de experiencia por delante. Hablaron previamente por teléfono, pero no es suficiente. En las relaciones internacionales, que es la ciencia de las interacciones interestatales, donde los actores visibles son precisamente los jefes de Estados -solo ellos personifican al Estado-, un atributo superior a la representación del Estado es determinante este tipo de encuentros que buscan fortalecer la mejor vinculación. Verse, cruzarse con un apretón de manos y hasta darse un fuerte abrazo, sella los acercamientos, primero a nivel in pectore, es decir, entre los actores mismos, y luego, entre Estados, donde fluye un abanico de intereses. Kuczynski había dicho abiertamente su crítica respecto del sonado muro que Trump piensa construir en la frontera mexicano-estadounidense. La Embajada de Washington en Lima debió reportarlo a Trump, como era lógico, para que este tuviera un perfil completo de su interlocutor de hoy. Por eso es necesario, entonces, que ambos jefes de Estado allanen el mejor contexto para articular de manera sincerada una relación bilateral en ese alto nivel, lo más fluida posible. Cuando eso no sucede, la vinculación suele retrotraerse y en algunos casos, tiende inexorablemente a congelarse. La agenda de hoy prioritariamente será, estoy persuadido, la situación migratoria de nuestros connacionales en ese país donde la mitad (1/2 millón serían ilegales); además, el fortalecimiento del TLC que contamos con EE.UU. (2006), el segundo destino de nuestras exportaciones después de China. En definitiva, será un paso adelante que comprendan ambos países que la relación bilateral debe ser siempre superior al intercambio de materias primas por tecnología. Trump lo sabe, pero hay que reiterarlo.