Aunque el contexto mundial actual no es el de una Guerra Fría como el período que caracterizó a la sociedad internacional entre el final de la Segunda Guerra Mundial (1945) y la caída del Muro de Berlín (1989), en el momento actual hay un solo parecido que será cada vez más notorio, conforme se acentúen las pugnas por lograr la hegemonía planetaria. Lo voy a explicar. Así como al final de la guerra de 1939, siguió una rivalidad ideológica entre Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuyos gobiernos se esforzaban para ganar espacios de influencia para sus Estados, y para conseguirlo se valieron de la práctica del espionaje como regla, dichas acciones de inteligencia en la marginalidad del derecho internacional y de la licitud, también volverán a marcar la pauta de las potencias que van a acometer como verdaderos rivales por alcanzar la referida supremacía. No es casual, entonces, de que Washington y Beijing, mutuamente se acusen de las responsabilidades por el impacto que viene produciendo la pandemia del coronavirus. Sus aparatos de inteligencia -En el caso de EE.UU. es la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y en el de China, el Ministerio de Seguridad del Estado (MSS), están entrando en una nueva etapa aunque con viejas estrategias de inteligencia y contrainteligencia, propias de los años del mundo bipolar, donde el protagonismo frente a Washington lo tuvo Moscú con su no menos famoso Comité para la Seguridad del Estado o simplemente KGB. Ahora el espionaje será intenso la carrera por descubrir la vacuna que nos libre del Covid-19.

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