La diferencia entre el error político y la traición del subconsciente es la misma que existe entre el humalismo clásico y los exabruptos mediáticos de la Primera Dama. Los errores del humalismo los provocan los cuadros nacionalistas por ignorancia, impericia o voluntarismo demagógico. La traición del subconsciente es el resultado directo de la levedad, la ambición y la soberbia desmedida. Los errores son alimentados por la falta de estrategia. Sin embargo, el lado obscuro del subconsciente bebe de los lacayos de Palacio, los tristes bufones de siempre. La entrevista de la Primera Dama es un ejemplo perfecto de soberbia y locuacidad, un cóctel molotov que desnuda la debilidad del régimen: allí donde hubo remedo de ideología, hoy reina la más absoluta fatuidad. Estos cálculos baratos no suben puntos en las encuestas ni resuelven los problemas del país.
El PNP, ese partido que vio la luz con la esperanza de consolidar la institucionalidad estatal, ha terminado por convertirse en la marioneta de una sola persona. Nadine Heredia es el Estado. La vieja aspiración estatalista de los Humala se ha transformado en la ambición individual de los Heredia. El Partido depende esencialmente de su voluntad, ella "pone firmes" a los ministros y es su mano la que sostiene al guardián socrático, incluso en Locumba. El Gobierno gira en torno a la Primera Dama (Castilla y Ollanta la llaman desde Dubái para preguntarle cómo va el chiringuito) y la oposición se define por sus movimientos. Ella es el Estado, porque así lo quieren los suyos y porque a otros les conviene.
"Lo que no puedo manejar me da incertidumbre", nos dice la Primera Dama. Querida Presidenta, he aquí una certeza que no has sabido manejar: Qali Warma hace agua, el Estado que encarnas es francamente ineficaz y la incontinencia mediática no colabora con el gran objetivo de tu reelección.