Los chinos saben moverse internacionalmente. Todo lo hacen con estrategia y eso revela su alto nivel de planificación y si usted quiere, apreciado lector, de su mínima o ausente improvisación en la política internacional. En efecto, en la guerra entre Ucrania y Rusia, China se ha mostrado extraordinariamente cauta. No se alinean ciento por ciento con Moscú, pero tampoco esconden a occidente la foto de una alianza tácita. Es lo lógico y esperado porque Beijing tiene enorme interés en expresar equilibrio y contención a EE.UU. Por eso, su cautela los lleva a cuidar con detalle no condenar nada ni a nadie. Por esa razón, entonces, China no avala la invasión rusa sobre Ucrania, pero tampoco la censura. Esa técnica les permite no perder los aliados comerciales que ha venido ganando sistemática y sostenidamente en la última década por medio de su eficaz plan geopolítico más conocido como “Ruta de la Seda”. China es la segunda economía del planeta, pero no el segundo país más poderoso, que es distinto, y esta realidad los lleva a no materializar ningún alineamiento. Washington para asegurarse de que Beijing no terminará cerrando filas con Rusia la disuade políticamente y por eso Joe Biden se comunica con Xi Jinping virtualmente. Por supuesto que los chinos no van a colisionar con la Casa Blanca. Sus réditos sobre Ucrania jamás serán en tamaño e interés a los que van a obtener en el futuro inmediato de Afganistán luego de la retirada de EE.UU. China no entrará en la guerra porque sus intereses de convertirse en la primera potencia económica del planeta no pueden ser distraídos. La guerra comercial con EE.UU. que ni siquiera la pandemia pudo atenuar, los confirma en su decidido rol exógeno a los conflictos. Beijing, además, sabe que mientras no sean la primera potencia económica del globo no serán el esperado hegemón que sueñan. Ya eligieron la supremacía comercial y por eso no lo veremos con el protagonismo de occidente en la guerra. Mirando las sanciones económicas impuestas por Washington a Moscú, que siempre son letales para el crecimiento y desarrollo de los Estados, China no está dispuesta a sacrificar su futuro, y por esa razón adopta una posición unilateral de imperturbable realismo con pragmatismo pudiéndose alinear, como los astros al Sol, con el que salga mejor parado del conflicto.