El “"factor Kenji”"
El “"factor Kenji”"

En recientes declaraciones, Keiko Fujimori deslizó la posibilidad de que su hermano Kenji integre la plancha presidencial de su partido en 2016. Pues vale la pena decirle que eso sería un error. Una plancha presidencial de Fuerza Popular con dos hijos de Alberto Fujimori en ella, marcaría para siempre a ese partido como un emprendimiento familiar.

El fujimorismo, como en su momento el aprismo, surgió de la comunión con un sentimiento, no con la compartición de una ideología. Quizás ese es su secreto sin proponérselo. En una sociedad cansada de la política como del estudio arduo, lo inmediato es la emoción, el deslumbramiento fugaz, el tuit breve.

Pero ese sentimiento que une al fujimorismo es multiforme. Para algunos es la gratitud a un expresidente. Para otros, la solidaridad con su padecimiento. Pero para muchos otros no es nada de esto, sino el reconocimiento al gobierno que reencaminó un país en crisis hacia la senda del desarrollo, con sus más y sus menos.

La figura de Alberto es importante, pero cada vez pesará menos. Por eso es que Haya de la Torre, con buen criterio, no se quedó en la atracción por la persona, sino que avanzó en trabajar la doctrina, el mensaje sobre el por qué se está luchando y qué se está defendiendo. Y con buen criterio también, algo que no ocurre por estos tiempos, trabajó a sus sucesores con tiempo. A sus delfines que serían después los tiburones del partido.

Pasando los años y diluyéndose generacionalmente el “efecto Alberto”, el camino para Fuerza Popular debe ser consolidarse como partido a partir de su mejor ventaja competitiva: el ejecutor de políticas públicas que sentaron las bases de la modernidad. Para eso, debería orientarse a promover un mensaje que resalte los beneficios de las buenas políticas y que capte sectores que han venido creciendo gracias a su incorporación a los mercados. Y, en paralelo, debe desfujimorizarse hasta cierto punto, sin renegar de sus orígenes y de la figura de Alberto Fujimori.

El fujimorismo debe abrirse agresivamente a sectores independientes promercado y desmarcarse de la imagen de que solo es un culto a simpatizantes de Kenji para colocarlo en una plancha presidencial, lo cual puede terminar ahuyentando a los muchísimos independientes que su hermana Keiko tiene todavía que captar. Pues así como no se gana el partido antes del pitazo final, 30% no es el 50% más uno que se necesita para ganar una elección.

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