La elección presidencial en los Estados Unidos de América suscita confusión por tratarse de un procedimiento por sufragio universal e indirecto, a través de los delegados electos que votaran en el Colegio Electoral. El candidato del partido ganador obtendrá la victoria si alcanza la mitad más uno del número total de compromisarios, a pesar que su competidor cuente con mayor número del voto popular. ¿Cuál es la razón que explica la finalidad de este sistema? Como casi todo lo que concierne al sistema político estadounidense, la respuesta se encuentra en el federalismo. El deseo de los estados para que la elección del Presidente Federal no sea determinada por aquéllos más poblados, evitando una permanente “tiranía de las mayorías”. Por eso, si bien el número de delegados electorales es proporcional al número de habitantes en cada estado, los compromisarios votarán por el partido ganador logrando que todos cuenten durante un proceso electoral.
El federalismo es como una veta que lo cruza todo para configurar su forma de Estado y lógica interna. La Constitución estadounidense es codificada por significar el pacto a una “Unión más perfecta”, también es rígida para reformarse por el Congreso a través de un complejo procedimiento para enmendarla y que exige la participación de los estados federados. Un Senado, la cámara con más peso político representado bajo el principio de igualdad, con dos senadores por cada estado federado y un mandato de seis años. También una Corte Suprema con nueve magistrados con nombramiento vitalicio, para que el tiempo los forme y sensibilice en los temas jurídicos federales que importan a todos los ciudadanos, cimiento de su institucionalidad que decide con efectos vinculantes para todo el país; al punto, que también hacen las veces de máximo órgano de jurisdicción electoral.