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Ayer no vi a un político defenderse de una vacancia, vi a un hábil financista cuidando su empresa: la Presidencia. El político construye su discurso sobre una línea de pensamiento o una ideología.

Aquí se ha visto a un hombre preservando su lugar en el mercado de la política, jugando con los números. La defensa de PPK presentó 14 acciones de amparo contra el Congreso para impedir la sesión de ayer. “Amparos exprés”, reescribiendo los términos. No lo logró.

La defensa de Borea tuvo una postura muy clara: acorralar al fujimorismo, agitar las banderas del antifujimorismo y conquistar a los indecisos para no llegar a los 87 votos. Al mismo tiempo, se filtra la conclusión de la junta médica del Inpe recomendando indulto humanitario para Fujimori. Toda una corrida por los votos que no lleguen a vacarlo; la esperanza de lograr el trabajo de Kenji y sus 20 para quebrar el voto del fujimorismo y el FA. Con el indulto, Borea quedaba sin piso. Igual o más que Arana y su bancada, que han sido los grandes cínicos de esta crisis.

Presentar la vacancia y marchar contra el “golpe”. Pero, por conveniencia o no, el gran confundido fue siempre PPK. Nunca fue político. Ni lo será hoy. Apostó por salvar el pellejo, como si de una corrida bursátil se hubiera tratado.

¿Cuántas acciones necesito para salvar la Presidencia? ¡Hay 93, necesitas 86! Show me the money! Amparos, Borea, indulto, vicepresidentes fuera; todo vale para PPK. El conflicto de interés es algo subjetivo. Presa fácil de las premuras bien calculadas del fujimorismo para la vacancia. La prisa que se explicaría con lo que viene de Curitiba.