Creado en Brasil en 1990, el Foro de Sao Paulo, viene operando conforme los dictados emanados de sus reuniones, la presencial en el marco de su 25° encuentro en Caracas, en julio de 2019, y la virtual del 1 de setiembre de 2020. Concurren en relievar los ideales socialistas y tienen en el prusiano Carlos Marx (1818-1883) al mayor ícono de su filosofía e ideología políticas.

Está claro que el foro es el laboratorio ideológico para provocar el alboroto de la paz en nuestra región valido de la estrategia de la subversión -lo de Colombia es un ejemplo-, conforme sus planeamientos más siniestros, primero para sostener a cualquier precio al régimen chavista, hoy con Nicolás Maduro, en los 22 años que ya llevan en el poder, y en Nicaragua, la otra dictadura, que por cierto, no constituye ningún soporte político para el gobierno de facto venezolano, pues no tiene fuerza geopolítica alguna ni tampoco liderazgo en política internacional regional como otrora sí, en los tiempos del efervescente Frente Sandinista de Liberación Nacional; y ahora, en pleno 2021, determinado a consumar la captura del poder en países como Perú y luego Chile.

Ahora bien, cuando fue creado el foro, las izquierdas en América Latina sucumbían por el arrastre producido por el fin de la Guerra Fría o mundo bipolar (EE.UU. vs. U.R.S.S.), con la caída del Muro de Berlín en 1989 y dos años después, el desplome total de la Unión Soviética. Organizado, el foro trabaja intensamente en los países de la región para que retornen o afirmen a los denominados gobiernos progresistas o a los regímenes radicales de la izquierda latinoamericana.

Heridos por su reciente derrota en Ecuador gracias al triunfo de Guillermo Lasso, están decididos a no sufrir una nueva merma, por eso buscan la caída de Iván Duque en Colombia -que tiene el pétreo apoyo de Washington- moviéndole el piso apoyando a las disidencias de las exFARC. Al Foro de Sao Paulo le provocó desconcierto y migraña la llegada al poder de Bolsonaro, Piñera, Lacalle Pou (Uruguay) y ahora del ecuatoriano Lasso. Quieren, con malas artes, que la izquierda colombiana que, asomó con Gustavo Petro en 2018, llegue en este país, y se preparan para hacer lo mismo con Pedro Castillo en el Perú. Estamos advertidos.