No hay primera sin segunda. Keiko Fujimori está china de risa con ese consabido primer lugar, pero cuidado que en la puerta del horno se le puede quemar el mimpao. Algunas encuestas habían advertido que el único que podría derrotarla en el repechaje es PPK, y este ahora tercia -con baile renovado incluido- para acceder a dicha deferencia del pueblo.

A la expectativa, roja de ilusión, se mantiene Verónika Mendoza, a quien -pase o no pase a la etapa de definición- el Frente Amplio y la izquierda en su conjunto deberían empezar a ponerle velitas por haberles dado un santo y seña político y resucitado del olvido electoral con una mediana representación. Se habla de que tendría hasta 20 congresistas.

Lo cierto es que la segunda vuelta será otro cantar. El cantar de los cantares. Y cualquier voz disonante puede resultar ¡la canción! Se esperan, además, dúos, tríos y arreglos interesados de última hora. La armonía de las alianzas y la sinfonía de los trueques, en buena cuenta.

El consenso a nivel de opinión dice que más gana el Perú con Kuczynski que con Verónika frente a una real gestión de gobierno, y esto porque suma un discurso menos belicoso y contestatario, lo que acarrearía elementos preponderantes en una democracia como la viabilidad y el sostenimiento en todos los sectores, pero la doña precisamente ha atacado por ese flanco, desdeñando una economía de libre mercado y exhibiendo un solapado intervencionismo. Y allí, en esa franja, ha encontrado un asidero cercano al 20%, según la mayoría de los sondeos.

Solo queda decir: de nuevo y a acomodarse, que esto todavía no termina.