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Perú está a punto de ser desafiliado de la FIFA por una negligencia generalizada. De un lado, está el Congreso de la República y su intención de impedir que Edwin Oviedo utilice al fútbol para entornillarse en el sillón de la FPF. De otro lado, está la propia Federación, con Edwin Oviedo a la cabeza y su continuidad en el cargo, a pesar de que el desgaste de su imagen ya se torna crítico.

La intención del grupo de parlamentarios que impulsó la derogatoria de la Ley de Fortalecimiento de la FPF es, entre otras, modificar el artículo 2 que dice: “La Federación Deportiva Nacional Peruana de Fútbol es una persona jurídica de derecho privado, que goza de plena autonomía e independencia en materia deportiva, administrativa, económica, financiera, organizacional y de solución de controversias en los asuntos de su competencia, conforme a los estatutos, reglamentos y decisiones de la FIFA y de la Conmbebol”. Ello quiere decir que el Congreso tiene la intención de participar en las decisiones de la FPF, aunque es de público conocimiento que uno de los puntales de la FIFA es la autonomía. Es evidente que el ente que rige los destinos del fútbol mundial no va a aceptar una ley que implique la pérdida de esta. Tal como lo dijo la secretaria adjunta de la Conmbebol, Monserrat Jiménez, la suspensión de Perú será inmediata cuando la ley sea modificada.

Es claro que el Congreso apunta a Oviedo, pero en el camino puede arrasar con todo el fútbol peruano. Nadie discute la suspicacia que el actual presidente de la FPF genera en torno a los casos en los que está vinculado; no obstante, debería intentar resguardarse el fútbol. Los congresistas creen poder darle una lección a Oviedo y quizás lo hagan, pero no están midiendo las reales consecuencias de su proceder.

Es cierto también que la imagen de Edwin Oviedo se ha desgastado y esta situación ya comenzó a afectar a la FPF. No sería una mala idea que dé un paso al costado o que tome una licencia en beneficio del proceso que él mismo inició porque, al parecer, es el proyecto lo que busca resguardarse. Una fuente cercana de la FPF nos dice que Oviedo “se aferra a su inocencia”. Es posible que el presidente de la FPF no haya cometido ningún delito y quede libre de todo aquello de lo que se le acusa; pero en este momento su presencia es compleja para el fútbol peruano. No sirve de nada obstinarse con seguir en la Federación por el simple hecho de saberse inocente; ello es personalizar el asunto. Es un riesgo enorme, más todavía si se tiene claro que el Congreso actuará con torpeza en este asunto, tal como lo viene haciendo. Es urgente que se llegue a un punto de conjunción, que el Congreso no intervenga, y que Oviedo haga lo necesario para que el fútbol y las iniciativas en marcha no se vean afectados.