El gobierno de Pedro Castillo confirmó ayer su aversión a los medios de comunicación al no permitirles ingresar –salvo al canal del Estado- a la ceremonia en la que el mandatario era reconocido como jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú. Impedir el acceso de la prensa a las actividades oficiales del Jefe de Estado o sus ministros se está convirtiendo en algo habitual.

Es cierto que las relaciones entre los medios y el Gobierno está cargada de tensión en todas partes del mundo, pero en democracia es necesario respetar la libertad de los periodistas para cubrir información. Puede haber discusiones, puntos de vista diferentes y hasta enfrentamientos, pero nunca puede vetos.

Además, preocupa que el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, haya atacado, sibilinamente, a la prensa. Decir que somos obstruccionistas y que “generamos caos e inestabilidad en la economía” es preocupante.

Todo esto solo deja en evidencia que el desajuste entre lo que Pedro Castillo prometió en campaña en defensa a la libertad de expresión y lo que hace ahora, linda con lo inconcebible.

Solo debe recordar que, si la prensa no hubiera advertido sobre los nombramientos de funcionarios del Gobierno claramente desacreditados por sus antecedentes, estos seguirían campantes en sus puestos de privilegio, causando gran daño al país.

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