“Para conocer de antemano la venida de lluvias o sequías, Lima contaba con una huaca, que servía como observatorio de sacerdotes que anticipaban los cambios climáticos. Con el tiempo esta huaca se convirtió en un verdadero oráculo, que al ser consultado ‘hablaba’. En quechua se le llamó Rímac, que significa el que habla”, contaba el arquitecto Juan Gunther.
Desde lejanos tiempos, los fenómenos naturales fueron una preocupación para los habitantes de estas tierras. Lluvias, inundaciones, huaicos han sido frecuentes en la historia del Perú.
Hoy no es la excepción, aunque las autoridades brillen por su ausencia a la hora de dar soluciones para contrarrestar los embates de la naturaleza. No en vano el 69% de peruanos, según la última encuesta de Datum, estima que el gobierno nacional no ha previsto nada para enfrentar la llegada del Fenómeno del Niño.
Es lógico, la gente percibe que el gobierno está inmerso en su propia agenda, que no tiene nada que ver con los intereses de la gran mayoría de peruanos. La presidenta Dina Boluarte hace proselitismo por todo el país con el objetivo de mejorar su imagen para sostenerse en el cargo hasta el 2026, pero no hace nada para resolver los problemas de la ciudadanía. Ojo que además de sentirse muy vulnerables porque sus casas o terrenospueden ser arrasados por los desastres naturales, la población está preocupada por una de las consecuencias de ello: el incremento de los precios de los productos de primera necesidad.
Fuera de Lima, la gran preocupación de los peruanos es la consecuencia de lluvias y los cambios climáticos. Es hora de atender las demandas para no ser tan afectados.