Los mineros informales, además del problema ambiental que producen, ahora originan un desastre social. Cerca de 4 mil personas procedentes de bases mineras de Ayacucho, Arequipa e Ica bloquearon la Panamericana Sur, a la altura del kilómetro 620, que corresponde al distrito de Chala.

Es cierto que la minería es un gran foco de atracción en nuestro país, porque le ha dado una gran oportunidad al Perú y a los que trabajan en esta actividad. Sin embargo, hay algunos irresponsables e irracionales que hacen todo lo posible por destruir y depredar nuestra naturaleza con el único objetivo de extraer riquezas al costo que sea.

Los mineros informales insisten con sus medidas de fuerza, obedeciendo a la ley del sentido de lo propio y no al de todos. Incluso a algunos se les incautó dinamita, dando luces de sus métodos violentistas para amedrentar a los efectivos policiales. Piden que no los denominen ilegales y también que deroguen el Decreto 003-2014, que aprueba la estrategia para la intervención de la minería ilegal.

El Gobierno tiene que ser fuerte, frente al desborde debe mostrar carácter, frente al descontrol debe imponer orden. Solo así habrá equilibrio y podrá resolverse este aciago episodio.

La clase política no puede desviar la atención en otros sucesos porque quedará la sensación que no sabe, no puede o no quiere dar soluciones. ¿Y lo antimineros? En silencio, arrugados en el confort de su espacio ganado atacando a las grandes empresas mineras, pero sin cuestionar ni protestar ante la barbarie de los mineros informales que destrozan el medio ambiente porque no hay réditos políticos.

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