La creciente demanda de los peruanos es clara: el Gobierno debe poner fin a la delincuencia, especialmente en un contexto donde los robos han llegado a niveles alarmantes, incluso con el hurto de avionetas. Sin embargo, la criminalidad no es el único desafío que enfrenta el país. La pobreza se ha disparado, el sistema de salud está al borde del colapso y la corrupción se ha vuelto endémica. En este escenario, el mensaje que la presidenta Dina Boluarte ofrecerá el 28 de julio debe ir más allá de las palabras; la ciudadanía necesita respuestas concretas sobre cómo se abordarán estos problemas.
La paciencia de la población se ha agotado. El año pasado, el discurso de la mandataria fue extenso y lleno de buenas intenciones, pero la realidad es que casi nada de lo prometido se ha materializado.
Y para colmo, no solo hay inseguridad ciudadana en el país. También hay inseguridad alimentaria. Según el informe SOFI 2024, más de 17.6 millones de peruanos no logran completar sus comidas diarias o no reciben la nutrición adecuada, principalmente por falta de recursos. Es desalentador que Perú lidere este triste ranking en Sudamérica.
La inoperancia y la falta de acción del Gobierno de Dina Boluarte nos han llevado a esta penosa realidad. Con un año y medio restante en su mandato, es evidente que su prioridad parece ser mantenerse en el poder hasta 2026, sin embargo, es imperativo que se le recuerde que ya es hora de gobernar.