Varios acólitos presidenciales realizaron malabares mentales para tratar de minimizar los abucheos y pifias proferidas contra Pedro Castillo por un grupo de ciudadanos que se encontraban en el hospital Rebagliati, de manera casual, cuando se realizaba una actividad oficial.
Que se trató “de una portátil”, aventuró el congresista Waldemar Cerrón. Para el ministro de Justicia, Felix Chero, reclamar al presidente es “parte de la idiosincrasia peruana”, mientras que el breve premier Héctor Valer fue más allá y dijo que en este nosocomio “se atienden los de Miraflores y San Isidro”, para desmerecer las críticas.
Pero qué dirán luego de las manifestaciones contra el premier Aníbal Torres en Piura, donde un grupo de agricultores reclamó por la incompetencia para adquirir fertilizantes y la incapacidad para la entrega del tan mentado “fertiabono”.
Torres, como es su costumbre, culpó a la prensa y se defendió diciendo que estas -y otras carencias- no son culpa de esta gestión, sino de las que los antecedieron, pero el pueblo, ese que tanto mentan, ya está cansado de que el gobierno busque culpables en vez de dedicarse a trabajar.
Por eso es que la muestras de rechazo contra el gobierno solo seguirán aumentando y no se concentrarán solo en aquellos que están contra Castillo desde el inicio de la gestión, sino que cada vez más peruanos se plegarán porque ven que el mandatario ofrece mucho, pero no cumple con nadie. Es un desastre.