El héroe caído
El héroe caído

Ha sido muy lamentable, como peruano, ver la forma en que ha terminado el coronel PNP (r) Benedicto Jiménez, quien en su momento fue considerado un héroe por su papel en la captura del cabecilla terrorista Abimael Guzmán, y ahora se encuentra tras las rejas por ser considerado por el Poder Judicial como integrante de una presunta red de lavado de activos que estaría encabezada por el controvertido abogado Rodolfo Orellana.

Cuando el 12 de setiembre de 1992 los peruanos comenzamos a saber quiénes estuvieron detrás de la detención del brutal cabecilla senderista, aparecieron tres nombres: Antonio Ketín Vidal, Marco Miyashiro y Benedicto Jiménez, el mítico jefe del Grupo Especial de Inteligencia (Gein), quienes buscando entre las bolsas de basura y analizando la cantidad de panes que compraba la bailarina Maritza Garrido Lecca, dieron con el paradero de Guzmán.

Sin embargo, pasaron los años y Jiménez, una vez en el retiro, tomó un extraño camino que lo llevó a ser objeto de un proceso judicial por el que fue detenido por difamar a Vidal, hasta que terminó vinculado a Orellana y su pasquín Juez Justo, el cual era usado como bayoneta para atacar a quienes osaran investigar la supuesta organización dedicada al lavado de activos, según ha establecido el Ministerio Público para solicitar la detención de 23 personas.

Llama la atención cómo un personaje que pudo haber gozado del respeto y reconocimiento de todos, absolutamente todos los peruanos, por el rol vital que jugó en la pacificación del Perú, hoy se encuentre tras las rejas, luego de que en los últimos tiempos se vino a saber que estuvo detrás de inmundas campañas de desprestigio, a través de su pasquín, contra personas como la procuradora Julia Príncipe y el congresista Víctor Andrés García Belaunde, por citar solo a dos.

En adelante, la justicia tendrá que hacer su trabajo frente a Orellana, Jiménez y compañía, y es de esperarse que se les aplique todo el peso de la ley, como a todos los que chocan con la legalidad. Sin embargo, más allá de eso, es innegable que los peruanos hemos tenido por muchos años a un ídolo de barro que hoy podría ser aplaudido en las calles, de no haber optado por el mal camino que lo ha llevado a una prisión por sus nexos con Orellana.