Los peruanos no aceptamos que para cruzar el umbral del desarrollo necesitamos vivir en un Estado de Derecho donde rija el imperio de la ley. Diría que hemos perdido el principio de autoridad, pero dudo que haya existido alguna vez. Autoridad no es autocracia ni autoritarismo, es respeto a las leyes y a las autoridades.

Silvana Buscaglia pasó de ser una altanera que emprendió su camioneta contra dos policías a llorar asustada cuando la ley se aplicó correctamente. Cuestiones de proporcionalidad aparte, Buscaglia cometió un delito, y quienes creemos en el Estado de Derecho tenemos que reconocerlo. No fue el caso del oficial de la Policía cuando Susana Villarán desde NY ordenó el desalojo de La Parada. Ni fue el caso en el que un grupo de delincuentes awajún y wampis asesinó a 23 policías en Bagua. Habemos quienes seguimos esperando saber qué fue lo que sucedió con el mayor Bazán, pero sobre todo que el peso de la justicia caiga sobre los responsables: los autores del crimen y los responsables políticos. Cómo olvidar a Pablo Secada intimidando con violencia a una policía.

El principio de autoridad requiere de la confianza de los ciudadanos en que el Estado actuará de manera responsable, administrando justicia, esa que es ciega y no considera el partido político ni la clase social a la que perteneces; ni el tamaño de tu billetera; legislando con sapiencia y honor, guiando al país hacia el desarrollo y controlando la violencia.

El 82% de los ciudadanos considera como el principal problema la delincuencia e inseguridad, y los llamados a protegernos, la Policía, el Ministerio Público, el Poder Judicial y el Inpe son víctimas de una corrupción institucionalizada. Con intereses creados que se aglutinan y cuyas víctimas somos todos. Entre 2013 y 2015, 2361 oficiales de la Policía Nacional fueron sancionados por corrupción o faltas graves. La sanción, en el 80% de los casos, fue el pase al retiro, revertido luego por el Poder Judicial.

En el Perú no existe respeto ni confianza en la Policía, en los jueces, en los congresistas ni en los maestros. Entonces, ¿cómo queremos que el Perú sea grande? Queremos que la ley sea aplicada subjetivamente y no entendemos que para vivir en sociedad tenemos que aceptar que por encima de todo está la ley.

Sin un efectivo Estado de Derecho, no saldremos del subdesarrollo. Ojo que ya la ola de crecimiento económico se nos desinfló.

Libertad para los presos políticos en Venezuela esta Navidad.

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