La convocatoria oficial a elecciones generales inicia el proceso a llevarse a cabo el próximo 11 de abril de 2021. Curiosamente, en el Perú se trata de un plazo que también alude a la puesta en marcha de los partidos políticos, cuando su actividad política debería ser constante y sólo más intensa durante un proceso electoral.

También se trata de una convocatoria donde no se conocen a los potenciales candidatos, sólo se especulan nombres de personas sin partido, por eso habrá que esperar hasta el cierre de las inscripciones de las listas electorales a la presidencia y el Congreso. Los partidos que todavía no han logrado su inscripción no gozarán más tiempo para cumplir con los requisitos; además, iniciado el proceso electoral no podrían aplicarse las propuestas de reforma que sean aprobadas en la legislatura.

Los partidos que conservan su inscripción deben prepararse para una campaña atípica marcada por las consecuencias de la crisis sanitaria, evitando el contacto físico y las aglomeraciones en plazas, calles, mercados y sin poder realizar mítines. Es un misterio la forma cómo los candidatos darán a conocer sus propuestas, teniendo ventaja aquéllos que tengan mayor atención mediática.

El panorama es complicado, pues, si algo debe distinguir esta campaña electoral son las propuestas y compromiso para dotar al país de infraestructura para atender la salud, educación, carreteras, servicios de agua, desagüe y abastecimiento de energía.

Las trágicas consecuencias de la pandemia que aún vivimos deben producir un propósito de enmienda sobre las decisiones políticas de los últimos años. Los candidatos al ejecutivo no pueden ser insensibles para resolver estos pasivos, así como tomar las medidas que hagan falta para revertir la crisis económica, recuperar la senda del crecimiento, estimular la inversión pública y privada para generar empleo.