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Más allá de los sonados casos de los gobiernos de los expresidentes Toledo, García y Humala, así como la campaña contra la revocatoria en Lima de Susana Villarán, Odebrecht solamente ha confesado haber pagado sobornos a los exgobernadores regionales Félix Moreno (Callao), Jorge Acurio (Cusco) y César Álvarez (Áncash). Esto, pese a que hubo otros proyectos importantes también en juego, como el caso de Olmos o Chavimochic.

La primera obra de Chavimochic fue inaugurada por Alan García poco antes de terminar su primer gobierno, y la compañía brasileña, entonces al mando del padre de Marcelo Odebrecht, estuvo detrás. Odebrecht, incluso, en acto generoso y agradecido, donó el Museo de Sitio de Chan Chan, y la placa recordatoria registra al receptor de esa obra en La Libertad: el entonces vicepresidente de la República, Luis Alva Castro. Las relaciones, como se pueden ver, tienen historia.

Chavimochic ha continuado durante el régimen de Fujimori, con Toledo y el mismo García, pero llegó a su tercera etapa y a la concesión de dichas obras en el gobierno de Ollanta Humala, y siempre con Odebrecht. Quien presidía el gobierno regional en ese entonces era el aprista José Murgia, pero las obras y su ejecución las heredó el partido de César Acuña, una vez llegado al poder en 2014.

Cuando se supo que Odebrecht colaboraría con la justicia peruana, muchos esperaban bombas en forma de confesiones cayendo sobre la clase política trujillana. No fue así. Ello, pese a que la Comisión “Lava Jato” del Congreso, en su informe, señaló algunos hechos dignos de ser investigados y que implicaba a funcionarios de Chavimochic.

Ahora, la empresa brasileña negocia con el actual gobernador regional, Manuel Llempén, una salida para el destrabe del proyecto, que se mantiene desde noviembre de 2016. Llempén ha dicho que solo quiere que culminen los trabajos y que se vayan. Veremos qué pasa.