Una serie de atentados delincuenciales en el Cono Norte de Lima han vuelto a poner sobre el tapete el elocuente fracaso del Estado en su guerra contra el crimen. El ataque a una pollería y a un auto colectivo en San Martín de Porres (estas dos víctimas se encuentran en UCI), así como el asesinato de Mario Sernaqué, chofer de la empresa Norlima, todos en los últimos días, son atribuidos a Erick Moreno Hernández, alias “El Monstruo”. Su nombre no es nuevo para la prensa y, mucho menos, para la Policía. Opera con total impunidad hace largo tiempo, se diría que años, con una anuencia sospechosamente permisiva. Es claro que el Gobierno realiza constantes y proverbiales esfuerzos por visibilizar su enorme y absoluta incompetencia a través del ministro Juan José Santiváñez y de la propia presidenta Dina Boluarte, pero más allá de ellos, la propia Policía Nacional está evidenciando una ineficacia alarmante. Como todo estamento del Estado, a la Policía se le mide por resultados. ¿Qué resultados muestra cada comisaría de cada distrito del país? Las áreas de Inteligencia ¿cuánto se han acercado al “Monstruo”, que debe ser un objetivo prioritario? ¿Cuántas bandas de extorsionadores se desarticulan o logran detenerse cada mes, cada semana, cada día? Hay una enorme desconfianza de la ciudadanía con una policía que, en algunos casos que es urgente dilucidar, se ha asociado con el crimen y es objeto de pagos de cupos o de sobornos para liberar a delincuentes. El comandante general de la PNP, Víctor Zanabria, ¿qué dice del “Monstruo”?, ¿de los asesinatos a que a diestra y siniestra aterran a familias y vecindarios? El monstruo, ¿está fuera o adentro de una Policía que cada día pierde más terreno frente a estas sanguijuelas malolientes? Basta de contemplaciones, es hora de que se exhiban resultados y los que no lo hagan, ¡que se vayan! Sean subalternos, comisarios, Zanabria y, con mayor razón, el propio Santiváñez.