El “Mudo” y su papilla
El “Mudo” y su papilla

Lo que está ocurriendo en estos días en la Costa Verde es inaudito: asistimos al desprestigio progresivo de un alcalde que podría estar haciendo mejor las cosas, pero que se tropieza no solo con la reacción de algunas personas -los tablistas y la gran repercusión mediática de sus reclamos-, sino principalmente con fallas de gestión y de comunicación política que lo hacen aparecer como improvisado y necio respecto de una obra, aprobada en la gestión anterior, que requería ser corregida, como es el tercer carril a la altura de la playa La Pampilla en Miraflores.

Este hecho, que para la gran mayoría de limeños que no circula nunca por allí sería un asunto lejano, hasta anecdótico, se ve amplificado por el comportamiento prepotente de los funcionarios que ordenaron la colocación de grandes piedras y la posterior pugna entre policías y tablistas. Una absurda “tormenta perfecta” a la que se añade la escasez de voceros ediles. Así, todas las culpas recaen -por lógica sumatoria de hechos- sobre Luis Castañeda.

Este no entiende que ya no está en la Lima de los años 2003-2010, donde no solo tenía un presupuesto más abultado sino una prensa que -mea culpa- lo miraba con demasiada displicencia, enfrascada más en otear las vicisitudes del gobierno central y del Congreso. Castañeda se acostumbró a mandar sin peros y sin controles ciudadanos, y creyó que podría seguir haciéndolo. Y se equivocó. La prueba la estamos viendo en estos 120 días de gestión en que su desaprobación ha crecido a un ritmo inédito para él. Es verdad que una amplia mayoría lo respalda, pero las cosas pintan mal y él y su equipo deberían entenderlo.

Lo peor es que, según lo visto hasta hoy, no creo que el alcalde esté cerca del punto de inflexión que le permita enmendar el paso. Creí que después de la debacle que representó su campaña presidencial en 2011, Castañeda había aprendido a identificar sus yerros, descartar rápidamente los malos consejeros -¡o conseguir alguno bueno!- y recuperar terreno. Me temo, luego de ver lo absurdo de su mudez política reciente, que aún tendremos papilla de Lucho para rato.

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