La humanidad ha sido vencida por un virus y debe aceptar su derrota. Por décadas las cumbres sobre medio ambiente, biodiversidad, desarrollo sostenible y cambio climático, fueron despreciadas, prefiriéndose las económicas, armamentísticas, tecnológicas, etc. En efecto, el Protocolo de Kioto (1997) y el Acuerdo de París (2015), fueron ninguneados por las potencias. Se creyeron todopoderosas por sus sorprendentes descubrimientos e insólitos inventos.

De pronto un virus, que ni siquiera es un ser vivo, está matando a todos, Estados ricos y Estados pobres, y aunque sea trágico decirlo, seguirá haciéndolo hasta que la propia inteligencia humana descubra la vacuna para doblegarlo. Pero cuando ese momento, ansiosamente esperado llegue, la globalización detenida por un virus, volverá a sus andadas de siempre y por la lección no aprendida, un nuevo covid, el 20, 21 ó 22, podría ser, mil veces más agresivo que el 19, y hasta poner en riesgo a la existencia de la propia especie humana.

Se ha invertido en ciencia y tecnología para cuidarnos de los propios hombres, y hasta del mundo exterior, y el enemigo está en nuestras narices jactándose de su invisibilidad a simple vista para arrasarnos. Mientras que aún no podemos libramos de este verdugo microbiano, los estrategas siguen moviendo sus clásicas fichas con la única frenética idea de hacer prospectiva de una tercera guerra mundial.

Como repito en clase, comprendamos que el mundo y sus paradigmas han cambiado, pues por primera vez, los Estados han sido realmente remecidos. Ahora los objetivos nacionales quedarán seriamente subordinados a los del planeta.