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Jefferson Farfán no ha vuelto, ha renacido. Y la frase no busca colocar un manto de redención sobre la carrera del delantero peruano, la misma que, para muchos, había concluido de manera anticipada, sino más bien ser lo más claro posible en cuanto a la nueva versión que ofrece.Es claro que el mejor Farfán que hemos visto, al menos en cuanto a lo estrictamente futbolístico, no es el que vemos hoy por hoy, ni en la selección, ni en el Lokomotiv de Rusia. Aquel jugador trepidante, de velocidad descomunal y potencia abrumadora está dormido. Lo que hoy tenemos es un Farfán que ocupa posiciones puntuales, desarrolla libretos previamente coordinados y pesca, pesca como no lo hacía desde sus inicios en Alianza. Es un goleador, un tipo que las mete, que simplemente está ahí cuando debe estar.Farfán, tanto el de hoy como el de ayer, permaneció dormido durante un largo periodo llevándonos a pensar, incluso, que se había perdido para siempre. Hoy, es el jugador que nos ha llevado al Mundial después de 35 años. Más allá de la figura de Paolo Guerrero, el fútbol es de momentos y el de la clasificación fue de Farfán.Sin embargo, repetimos, el Farfán que nos clasifica no es el mejor Farfán. Quizá sea el mejor que Gareca tuvo a su mando, pero no es el mejor que vimos. Aun así, con lo que nos da, nos alcanzó por ahora. Hay cosas claras respecto a este nuevo Farfán. La primera de todas es que el físico que tiene no es el mejor y eso es algo que, si bien es difícil de trabajar, se puede mejorar. La segunda es que jamás podrá fungir de Paolo Guerrero, como se intentó en Nueva Zelanda. Jefferson necesita compañía en ataque, no puede ser el centro de atención de la delantera peruana, no se acomoda en ese escenario. Por ello, cuando Ruidíaz jugó junto a él, gozó de más libertad y pudo transitar mucho más, generando peligro y zozobra. Lo mismo sucede en el Lokomotiv. Por su efectividad, el club ruso busca renovarle hasta 2019 y acaba de ser elegido como el mejor jugador de la última fecha de la Europa League, sin ser el mejor Farfán.Es estupendo que un jugador como él reaparezca y a punta de goles nos meta al Mundial y haga que su nombre suene con fuerza en Europa. Es importante que, ante la ausencia de Paolo Guerrero, sin dudas, el emblema de esta selección, alguien de su peso mediático y experiencia resurja, cual hijo pródigo, para conceder cierta estabilidad en el grupo. Farfán parece haber madurado gracias a todo lo que le ha sucedido, estuvo casi desaparecido y ahora está a punto de jugar una Copa del Mundo. El fútbol es así, dirán algunos y razón no les faltará. Solo pongámonos a pensar en qué podría suceder si para el Mundial el mejor Farfán y el nuevo Farfán se entienden en uno solo. Es una de esas cosas que también nos puede regalar el fútbol, solo queda esperar.