En el país del Pepe el vivo nadie gana más que él. Las normas, las instituciones, el bien común son palabras que no están en su diccionario pues solo le importa su interés. Encontrar las formas de sacarle la vuelta a la ley es un acto cotidiano, normal y aceptado. Así las cosas, el país de Pepe el vivo no es muy distinto al Perú, en donde vemos cómo los peruanos se roban entre peruanos y no pasa nada.
El chantaje de un sector de la población del pueblo de Machupicchu frente a lo que a todas luces sería un robo y delito, es realmente preocupante. Ver los testimonios de los turistas describiendo cómo opera el mercado negro de las entradas a Machupicchu es indignante, estas mafias son las que ahora chantajean no al gobierno, sino a todo el Perú.
Antes, las mafias operaban en la sombra, sin levantar mucho la cabeza. Hoy, las mafias, empoderadas por la nefasta gestión del hoy recluso Pedro Castillo no solo levantan la cabeza para decir “aquí estoy”, sino que se sienten con el derecho (y poder), de exigirle al gobierno de turno un pedazo del pastel que debe rendir para la educación, salud y seguridad de todos los peruanos; es decir, para el bien común.
Esta situación no puede continuar. El sector Turismo ha sido de los más golpeados por la pandemia iniciada en 2020 y por la ola de violencia que el gobierno de Pedro Castillo dejó al ser vacado y encarcelado. Es tiempo que como peruanos nos pongamos de pie y miremos más allá del interés personal. El reto de los gobiernos siguientes será el de erradicar las mafias organizadas que operan impunemente en el país. No se puede ceder ante el chantaje de estos grupos.