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Este miércoles se cumple un mes del anuncio hecho por el presidente Martín Vizcarra en el sentido de acortar su mandato y el del Congreso para que en abril próximo tengamos elecciones generales, un año antes de lo previsto. Sin embargo, en estas cuatro semanas la incertidumbre se mantiene como en el primer día, pues nada se ha avanzado. Por un lado, el Parlamento no da muestras de poner el asunto en la agenda y, por otro, el Poder Ejecutivo parece no ver otra salida.

Lo delicado acá es que mientras el Legislativo y el Ejecutivo no dan pasos para salir de este entrampamiento, el país sigue en un limbo, con las consecuencias políticas y económicas que eso trae. Hoy no sabemos si habrá elecciones en abril, o si el presidente Martín Vizcarra corre el riesgo de ser vacado en caso invoque la cuestión de confianza por el adelanto de comicios, tal como ha advertido ayer en Correo la vocera de la mayoría fujimorista, Milagros Salazar.

Hay muchos escenarios posibles, pero a un mes del anuncio el país camina en medio de la neblina y el enfrentamiento, con un Congreso que sin duda hará lo posible por dilatar el asunto, y un Ejecutivo que parece cerrarse obstinadamente en su postura, al extremo de botar al personal de la oficina de la vicepresidenta Mercedes Aráoz, que de modo reiterado se ha mostrado en contra de la propuesta del Mandatario de acortar su periodo de gobierno.

El país no tiene por qué encontrarse en esta situación, si existen serios problemas por resolver y, además, tenemos a grupos radicales de extrema izquierda que se mantienen muy activos en el interior del país, mirando cómo se están dando las condiciones para su surgimiento electoral, ya sea el próximo año o en el 2021. El Congreso y el jefe de Estado están brindando insumos a los extremistas para ganar adeptos en medio del hartazgo y la frustración.

Hoy deben reunirse el presidente Vizcarra y el titular del Congreso, Pedro Olaechea, para coordinar un encuentro que ojalá pueda darse en los próximos días. La hora y el lugar son detalles mínimos cuando de por medio está el futuro del Perú, ya que si se sigue así, el país podría caer en manos de los Cáceres Llica, Mendoza o “Goyo” Santos, lo cual sería una verdadera catástrofe. La situación actual no es broma y no hay margen para más juego político.