Bastó que Jessica Newton, la organizadora de certámenes de belleza más experimentada del medio, la mencionara como posible candidata a Miss Perú para que empezara el alboroto. Pero la “hecatombe” se declaró cuando Milett Figueroa, modelo y proyecto de actriz, anunció que es oficialmente una postulante al cetro de la mujer más bella del país. “¡Horror! Como podrá llevar la corona si su vida está

llena de escándalos”, dijo una, “estoy en desacuerdo”, dijo otra, que agregó, “tiene un video íntimo en la

red que la descalifica”. Veteranas exreinas salieron al frente a decir que “ella representará al Perú y que no

tiene las condiciones para ello si gana el concurso”. En resumen, nunca se escuchó tanto ataque para una joven cuyo único pecado ha sido haber sido ampayada bailando con un torero que tenía novia, o haber intercambiado mensajes con un integrante de un reality tan popular como ella. Lo del video íntimo, la culpa

fue de un tercero y es símbolo de los nuevos tiempos, lamentable, pero cosa de todos los días.

Milett es una chica como cualquier otra, al menos en su vida privada, solo que es popular, y lo que haga se sabe por obra y gracia de los medios. Y de una vez aclaremos el panorama, estos concursos son shows televisivos, un negocio, las señoritas que participan no deben ser ejemplo de virtud, a sus organizadores solo les interesa que la postulante sea bonita, posea actitud en la pasarela, que no sea casada, sin hijos, y sobre todo tenga pinta de reina. Nada más. Antes prohibían las cirugías, ahora toda reina que se respete las tiene, antes hacían renunciar a las misses que se les descubría fotos desnudas luego de su coronación, hoy no. También es totalmente discutible que se afirme que una ganadora de Miss Universo “represente” al

país por el que es candidata y que es la imagen viva de una nación, tomando en cuenta que lo único que puede mostrar la señorita en mención es su belleza, que también es algo totalmente subjetivo. Méritos por lo que se representa con orgullo al Perú hay otros y más importantes. Dejemos a Milett tranquila y ubiquemos a estos concursos en el lugar que se debe, en el del mero entretenimiento.