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Planteada anoche la cuestión de confianza por el presidente Martín Vizcarra, con la cual no estoy de acuerdo, queda ponernos a pensar lo que pasaría en el país si los congresistas, en uso de las facultades que les da la Constitución, deciden rechazar las propuestas -una, dos o todas- que vienen de Palacio de Gobierno y son enviados a su casa, para el beneplácito momentáneo de todos los que están, con justa razón, cansados de este decadente Poder Legislativo.

Lo que viene no es nada fácil, por más que estemos hablando de situaciones previstas en la Carta Magna. De por sí, el anuncio del jefe de Estado y la posibilidad de un eventual terremoto político con una elección parlamentaria de por medio ya generan un clima de inestabilidad para un país que tiene serios problemas económicos y de falta de inversiones. El propio ministro de Economía y Finanzas, Carlos Oliva, ha admitido esta situación el martes último.

Habría que analizar también si los órganos electorales están en condiciones de llevar a cabo comicios parlamentarios en los próximos cuatro meses, y ver qué clase de agrupaciones políticas y candidatos vamos a tener en el menú a escoger. Hay que tener en cuenta que quienes sean legisladores desde el 2019 no podrán ser reelegidos en el 2021, así que será un Congreso transitorio con personajes que saben que tendrán un techo de menos de dos años. ¿Quiénes se animarán a postular?

Puede ser muy popular ponerle una pistola en la cabeza a este Congreso, donde las “figuras” son Becerril, Mamani, Donayre y Lescano, pero sería bueno hacer un ejercicio de sensatez y mirar lo que podría venirse en los próximos meses. Por la actitud patética de fujimoristas y apristas de salvar a un personaje secundario como el fiscal supremo Pedro Chávarry no se debió poner al país en una situación de crisis prolongada.

Lamentablemente, mientras pasan los días y la discusión sobre la cuestión de confianza se acrecienta, los problemas del día a día seguirán para la gente de a pie, a la que le seguirán robando en la calle o dentro de su casa, a la que no le alcanza la plata para llegar a fin de mes, a la que tiene que atenderse en un hospital público y a la que debe llevar a su hijo a un colegio donde no hay carpetas ni ventanas. Así estamos.

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