Nuestro país se encuentra en vilo a nivel político luego de la difusión de los vergonzosos audios en que se escucha al presidente Martín Vizcarra coordinando con su gente de confianza la manera en que tratarán de engañar al Congreso y a la Fiscalía acerca de las visitas efectuadas al Despacho Presidencial por Richard Cisneros, conocido como “Richard Swing”, quien en esta administración ha cobrado jugosas sumas por trabajos dudosos en el Ministerio de Cultura.

Estas contundentes grabaciones difundidas ayer en el Congreso, nos muestran el nivel de este gobierno que se esforzaba en promocionarse como el paladín de la honestidad y la decencia. Han pasado apenas dos años desde que el presidente Vizcarra se subía al carro de la indignación ciudadana ante destapes como el de “Los cuellos blancos del puerto” y el del caso “Lava Jato”, y parecía decirles a quienes le creían, que él y su gobierno eran otra cosa.

Es verdad que los audios han sido presentados por un personaje más que cuestionado como el antaurista Edgar Alarcón. Sin embargo, eso no debe restar mérito a la denuncia que es gravísima a nivel político por donde se mire, más allá de lo que puedan opinar algunos abogados constitucionalistas. Esto es escandaloso y vergonzoso, más aún cuando estamos en una emergencia sanitaria y económica, y a pocos meses de afrontar un proceso electoral.

Lástima que en un momento tan crítico, el país se encuentre sentado sobre un volcán por las acciones del mandatario. El Perú en su casi Bicentenario, está en vilo por los nexos del presidente nada menos que con un personaje como “Richard Swing”, quien en medio del escándalo de los contratos, se daba el lujo de pedirle diez mil soles a su amigo presidente, luego de recordarle la importancia de la “lealtad”, según se escucha en uno de los audios conocidos ayer. Patéticos todos.

Y como para cerrar el día, el presidente salió anoche a denunciar un complot de “fuerzas oscuras”, a acusar con razón a Alarcón de todo lo que se le señala desde hace varios años y a victimizarse. Como era de esperarse, pechó a los miembros de un Congreso que lleva su firma de paternidad y no tocó temas de fondo como es la presunta obstrucción a la justicia y la alteración de pruebas en Palacio de Gobierno. Mal jugado, mal aconsejado. Podría empeorar su situación y la del país.