A finales del mes de octubre de 1938, Orson Welles, mediante las ondas radiales de la CBS, presentó la adaptación de la obra “La guerra de los mundos”, novela de ciencia ficción del escritor inglés Herbert George Wells, que narra la invasión hostil de la Tierra por extraterrestres de Marte. Tomando como base esa trama, antes de iniciar su relato indica que se trataba de una dramatización de la obra y empieza (…) “señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto de la Agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago, reporta que se han observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez... Continuaremos informando”.
Confirmando su primer mensaje, sigue señalando: “por increíble que parezca, (…) la más palpable realidad nos obliga a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche (…) son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte...”
A pesar de la aclaración inicial y durante el relato, lo expresado ocasionó un auténtico caos. Crónicas de la época relatan que aproximadamente un millón y medio de personas habían creído que la humanidad y su localidad estaban siendo atacadas por extraterrestres. Miles de personas de Grovers Mill, Nueva Jersey, donde supuestamente se estaba sucediendo el aterrizaje, emprendieron la huida en medio de pistas abarrotas e inaccesibles. Fueron más de cinco horas de pánico.
Son hechos que expresan el monumental poder que tienen los medios de comunicación. Ello posiblemente explique que en nuestro país se admita como válido, bueno y legítimo, un convenio de “colaboración” con la corrupta Odebrecht, cuyo contenido recién se conoce; también que se tenga como demócrata a un mandatario que ha cerrado el Congreso y mienta con frecuencia e intensidad; que se soslaye el ocultamiento de la verdad sobre las muertes, “utilidad” de pruebas rápidas y “control” sobre la pandemia; y que se acepten contenidos en textos escolares que tergiversan la verdad sobre el terrorismo, y que se llame “retrógrados” a quienes discrepan con la ideología de género…