El poder del círculo en la enseñanza

Repensar las maneras que tenemos para comunicarnos con nuestros estudiantes es un ejercicio fundamental. Como el proceso de aprendizaje y enseñanza es un constante diálogo, en el centro del cambio de paradigma de los modelos educativos encontramos la relación docente-estudiante. Una de las buenas prácticas que viene siendo aplicada en diversos escenarios con mucho éxito es el “tiempo en círculo”.

Todo adulto que se encuentra ante la tarea de comunicarse con un grupo de niños termina por descubrir el poder del círculo. Por algún extraño motivo (que algunos autores consideran inscrito en nuestro código genético), cuando logramos sentarnos en círculo a compartir historias que son importantes para nosotros, poco a poco, nos calmamos, ordenamos, sentimos más armoniosos. Todo empieza a fluir.

Compartir en círculo no solo es beneficioso para niños. Desde la justicia restaurativa, se busca generar espacios para que dialoguen las víctimas del crimen y quienes les hicieron daño. De esta manera, se busca que el foco pase del castigo a la reparación: quien transgrede las normas sociales debe hacerse responsable por sus acciones y quien ha sido herido puede tener una oportunidad de, incluso, liberarse a través del perdón o de una comprensión del lugar del cual provienen las transgresiones. Estos diálogos suelen darse en círculo.

El círculo es un espacio poderoso para que nuestros estudiantes aprendan a valorar y a aplicar estrategias proactivas a fin de sostener un clima positivo donde se encuentren. Estudios recientes confirman que estas prácticas reducen los problemas disciplinarios en la escuela, así como suspensiones y expulsiones. Además, los docentes que aplican este tipo de estrategias señalan que han reducido sus niveles de estrés, mejorado su retención estudiantil y los logros académicos de sus estudiantes. Si tiene interés en el tema, puede profundizar en el siguiente link: https://bit.ly/2q0Mi45.