Hace unos días el Presidente nombró como jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia al señor Guillermo Fajardo Cama y aparentemente su nombramiento fue una noticia más en los medios.
Los peruanos, a raíz del mal manejo del sistema de inteligencia durante el gobierno de Fujimori, tenemos un pésimo concepto de lo que significa este tipo de organización y la vemos como corrupta, entrometida en la intimidad de funcionarios y autoridades por “chuponeos” clandestinos, mal utilizada como herramienta contra adversarios políticos, que no merece la confianza de los ciudadanos y que es sinónimo de abuso de poder y atentados contra los derechos humanos.
Todos los países del mundo tienen un sistema de inteligencia y contrainteligencia para protegerse de las amenazas internas y externas. No existe ninguna duda de su inmenso valor en el campo estratégico y táctico para la defensa del país, con mayor razón cuando tenemos, en el caso peruano, una inseguridad ciudadana alarmante y el crecimiento continuo del narcotráfico.
El jefe de la DINI debe ser un experto en el campo de la inteligencia y contrainteligencia, no solo basta ser una persona de confianza del régimen, ya que tendrá sobre sus hombros una tarea que le demandará experiencia, conocimiento, honestidad, lealtad al país, manejo de situaciones impredecibles, y darle al Gobierno la inteligencia necesaria para combatir las amenazas de manera oportuna y eficaz.
El Perú en los últimos 20 años ha cambiado, para mal, permanentemente a los jefes de la DINI, de allí los resultados. Ojalá no nos equivoquemos de nuevo.